Ya se acerca el final de agosto y reemprendemos la actividad. Afortunadamente volvemos al trabajo con más optimismo y con muchas más piezas por hacer que en los últimos años...
Me ha parecido interesante una consulta que me ha llegado este mes de un seguidor del blog, no introducido en el decoletaje pero interesado en el campo. Me preguntaba por el destino de las piezas de decoletaje, dónde iban a parar.
La respuesta ha sido clara: a todo cuanto nos rodea. Esa es la realidad, estamos rodeados de piezas de decoletaje (y todas esas piezas son una fuente potencial de trabajo). Evidentemente los sectores del automóvil y la motocicleta siguen siendo el número uno indiscutible (no recuerdo la cifra exacta, pero sé que cada año se consumen varios miles de millones de piezas en estos sectores). No obstante, si miramos alrededor nuestro veremos piezas de decoletaje en los electrodomésticos (seguramente las chicas de Balay utilizan piezas de decoletaje en sus pulseras), en los muebles, en cortinas, en el sistema de calefacción de casa, en conectores electrónicos, en juguetes y en tantas otras cosas de nuestra vida cotidiana...
Por supuesto, en otras aplicaciones tan técnicas como la aeronáutica o la relojería. Pero... ¿dónde no va a haber piezas de decoletaje si las llevamos incorporadas en nuestro cuerpo? Efectivamente, los implantes dentales o los tornillos traumatológicos no son sino piezas de decoletaje.
Por tanto, el trabajo está ahí fuera y nos rodea continuamente: ¡vamos a por él!
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